En aquellos tiempos remotos de la antigua China el filósofo taoista Tchoang-Tseu insistía sobre este punto:
"Mientras el gobernador de un país toma sobre él decidir todo aquello que es deseable, el imperio va de mal en peor cualesquiera sean las leyes que promulgue, buenas o malas. Pero que se retire en sí mismo e interiormente tome la actitud justa, y los problemas del imperio se resuelven como por sí solos.
Si alguien logra situarse de manera justa frente a un problema, los "milagros" empiezan a suceder y aún los eventos exteriores se ponen en su lugar de una manera que no se hubiere podido imaginar ni realizar racionalmente".
"El método correcto utilizado por la persona incorrecta produce resultados incorrectos. El método incorrecto utilizado por la persona correcta produce resultados correctos".
No es entonces lo que se hace sino quien lo hace, lo que determina el resultado.