4/5/12

La Paz

¿Qué es la Paz? Cuando un hombre está en un sueño profundo ¿Tiene la menor preocupación por el mundo, aunque éste subsista? Su mente está tranquila y en reposo. Si puede conservar este grado de calma y reposo mental incluso cuando está activo en el seno del mundo, entonces se realiza la Paz.

¿Puede permanecer así, la mente, incluso cuando nos enfrentamos al mundo? Esto depende de nuestra forma de entender al mundo. La mente está más agitada si la despojan de su propiedad que si se trata de la propiedad de otro. La pérdida de un bien propio causa más disgusto que la del bien de otro. ¿Por qué? Porque nuestra manera de valorar las cosas es lo que determina el grado de placer o de ansiedad que nos procuran. Por consiguiente, si aprendieramos a verlo todo con la misma mirada, la mente permanecería en paz. La mente que sabe que los asuntos del universo están más allá de su competencia se tranquiliza necesariamente. Del mismo modo, si uno tiene consciencia de no tener ya ninguna pretensión respecto a nada, o que todas las cosas son perecederas, la mente permanece en calma. Así la Paz se instala de forma duradera si se contemplan toda las cosas con una mirada ecuánime. La Paz depende del modo en que la mente aprehende las cosas.

Ilustración de lo que precede: un hombre se despierta después de haber soñado. Su mente estaba contenta, o molesta, según sus opiniones acerca de las cosas vistas en el sueño; pero,  al despertar, su mente no está afectada por todas las peripecias del sueño; permanece ecuánime. ¿Por qué? Porque sólo en ese momento su mente se permite valorar todos los elementos del sueño de manera igual. No lamentará que el sueño haya cesado. ¿Por qué? El sabe que el sueño no es eterno, sino que debe terminarse al despertar. Del mismo modo, si un hombre sabe que tarde o temprano tendrá que despertar del largo sueño de la vida en este mundo, su mente se volverá inmutable. Es el estado de la calma pura. Es el estado de Paz.

Este estado no significa para él el fin de su relación con el mundo. Sólo le pertenecen la paz y la calma de la mente. Sus actos tendrán que adaptarse a las circunstancias. El único cambio que se ha producido con esta obtención de la paz mental es el siguiente: su mente ha conocido la Verdad y ha realizado el desapego; por consiguiente, reposa, apacible. Sus actos, aunque pueden variar, son imparciales; pero los actos de los demás son cambiantes, sin poder conservar la imparcialidad. Así es como la calma de la mente aporta un bien enorme, no sólo a él mismo, sino también al mundo en general. La Paz indica la vía del comportamiento justo.

Un hombre camina, con una lámpara encendida en la mano. ¿Puede haber hostilidad entre la luz y los accidentes del camino? Sin duda, no. Sin embargo, la luz y la oscuridad no pueden coexistir. La luz expulsa a la oscuridad, revela los accidentes del camino y permite que el hombre avance con prudencia, subiendo, bajando, yendo por los lados, etc... La luz de la lámpara suprime la causa de juramentos o quejas fútiles como «mi pie ha chocado con un obstáculo», o bien: «este hoyo me ha hecho tropezar». Una vez realizada la Paz, el hombre no siente odio ni antagonismo hacia el mundo. La Paz disipa las tinieblas que nos impiden ver la verdadera naturaleza del mundo y sus trampas. En ausencia de la Luz de la Paz, que permite adaptarse a las múltiples circunstancias, se condena al mundo y se lo acusa de todos los sufrimientos, como uno se queja de los obstáculos que encuentra a lo largo de un camino. Por eso a un hombre que ha realizado la Paz Suprema después de haber conocido el mundo como un sueño complicado, no se lo debe considerar fuera del mundo y sin que le conciernan sus actividades. De hecho, es el único que está en una armonía efectiva con el mundo; es el único verdaderamente competente para ser un hombre de acción. Así, la Paz es el regulador de sus actividades. ...

En apariencia, la Paz puede dar una impresión de insulsez y de falta de vigor. De hecho, lo puede vencer todo. Lo supera todo con tenacidad y en valor, y el éxito depende de estas cualidades. Aun cuando el monte Meru se derrumbara, el incidente provocaría a lo sumo una ligera sonrisa en el hombre en Paz, si no es que lo dejaba totalmente impasible...Este estado es precioso para las cuestiones que conciernen tanto el mundo como al espíritu. La verdadera felicidad en el mundo es también la suya, y esta felicidad brota tras el fin de una esclavitud. La Paz aporta el bien a todos, de todas maneras.

Los adversarios de la Paz son numerosos. Están ahí para probar al hombre. Cuando nos enfrentamos a ellos, debemos estar vigilantes y procurar que la flor frágil de la mente no se vea afectada por sus sombras. Si la flor de la mente se estropea, perderá su perfume, su frescor y su color. Entonces se volverá inútil, impresentable a los demás, y a Dios. Debes saber que tu mente es aún más frágil que una flor. Tus deberes para contigo mismo, para con los demás y para con Dios se cumplen con la ayuda de esta flor. Por lo tanto, debe conservar su frescor siempre y en todo lugar. Toda bendición de la mente es obra de la Paz.

Adora sin cesar al Dios de tu Sí con la flor de tu mente. Deja que los aspectos caprichosos de tu  mente manifiesten esta adoración. Progresivamente, aprenderán a abandonar sus juegos infantiles y querrán conocer el mismo encanto que tú. A fuerza de observar la Paz que hay en ti, abandonarán sus caprichos. Tú sólo tienes que continuar pacientemente la adoración. No te dejes desviar por estos caprichos de la mente; al contrario son ellos los que finalmente serán pacificados por la Paz que está en ti. Todo debe estar en Paz.

Una última palabra: la ciencia de los Vedas es la Paz.

Fragmento de "Ellâm Onru". Texto tamil anónimo del siglo XIX.