18/11/09

Silencio

"Mantén siempre tu mente tan luminosa y clara como el vasto cielo, el gran océano y el pico más alto, vacía de todo pensamiento". Morihei Ueshiba (El Arte de la Paz).
Hay un "lugar" en nuestro interno, que es de toda confianza en nuestra intimidad, cuya metáfora es el Silencio, residencia de la Unidad Inicial, Raíz de las raíces. Una presencia, una Consciencia que nos envuelve por doquier, porque del Silencio venimos, en el Silencio estamos y hacia el Silencio vamos. "Ahí" (makom) se sitúa un YO fundamental, Sí Mismo, Uno sin segundo, que es ante todo refugio, estabilidad y morada interna. Algo así como encontrarse con el propio padre en un cruce de caminos. Es un Centro atemporal (el centro de la rueda que permanece inmóvil para que esta pueda girar) regidor, ordenador y unificador de la psique total.
El Silencio es un estado de Paz y de bienaventuranza, el substrato que está "más cerca de nosotros que la vena yugular" no es algo que en algún momento está y en otro no, no es algo que hay que alcanzar porque Es eternamente presente, ahora aquí mismo: es la mente la que, como una capa de nubes, forma una pantalla o cortina que lo oculta. ¿Que es la mente? Un conglomerado de pensamientos. Basta suprimir los pensamientos para descubrir el Silencio, el Silencio Interior.
Cuando vamos al cine, vemos las escenas que se desarrollan en la pantalla: el fuego consume las casas, la tempestad destruye buques y sin embargo la pantalla que soporta todas esas proyecciones cinematográficas permanece inalterable: ni es quemada ni mojada. Estamos pendientes del espectáculo y nos olvidamos por completo de la pantalla. ¿Acaso no es la trama de esta vida como el espectáculo, el gran teatro sin par en el que a veces somos actores y otras veces espectadores?

Generalmente estamos pensando en el pasado o en el futuro, suponiendo, inventando, rememorando, imaginando las mil y una fantasías, culpándonos, juzgando ...
nos ocupamos poco del presente. El pasado no volverá más nunca, el futuro no ha llegado aún. Entre los dos, de instante en instante, el presente, el eterno presente el aquí y el ahora, como una rendija hacia una vida más real. Cuando estamos en el presente estamos "despiertos", los pensamientos y las asociaciones de ideas no nos arrastran mecánicamente: estamos ocupados y en consecuencia no pre-ocupados. Son los pensamientos los que provocan perturbación. El Silencio purifica al hombre completamente y lo establece en la Realidad.

El Silencio Interior es nuestro estado original, la cesación de los pensamientos, el cielo azul y el sol radiante como el que una avioneta encuentra cuando despega y atraviesa la capa de nubes. Si el hombre logra obtener la Paz Suprema, esta se desparramará alrededor de él, sin ningún esfuerzo de su parte. Cuando el hombre no encuentra la Paz en sí mismo ¿Como podría ni siquiera soñar en derramarla fuera de sí mismo?


La ausencia de todo pensamiento no es un vacío porque es necesario que haya alguien para constatar ese vacío. El estado de la mente sin pensamiento es como un espejo claro que tiene enfrente a otro espejo claro: no intercambian entre ellos ningún reflejo.

Pero el Silencio no es la cesación del ruido; el Silencio no es la detención del estrépito continuo de la mente y del corazón: no es el producto ni el resultado del deseo, ni un efecto de la voluntad. La consciencia de vigilia, en su integralidad, es un movimiento continuo y ruidoso que se desenvuelve dentro de los límites que se impone a sí misma. En este marco, todo silencio o inmovilidad es la detención momentánea del parloteo, pero es un silencio afectado por el tiempo. El tiempo es la memoria, y para la memoria el silencio es más o menos duradero; el tiempo y la memoria pueden medirlo, ofrecerle un espacio, darle una continuidad - se convierte en un juguete más. Pero el Silencio no es esto.

Todo lo que es elaborado por el pensamiento es residuo del ámbito del ruido, y el pensamiento no puede absolutamente hacer Silencio: puede forjarse una imágen del Silencio y conformarse a ella, venerarla, como lo hace hacia tantas otras imágenes de su fabricación. Habiendo hecho del silencio una fórmula, por ese hecho lo niega; los símbolos que el pensamiento elabora son la negación misma de la realidad. Para que sea Silencio, el pensamiento mismo debe ser inmóvil y silencioso, confundirse con su fuente. Pero opuestamente al pensamiento, el Silencio es siempre nuevo. El pensamiento, siendo siempre viejo no puede en ningún caso descifrar el Silencio que siempre es nuevo. Lo que es nuevo se vuelve viejo en cuanto el pensamiento lo toca porque el pensamiento, el intelecto, no puede concebir nada que no esté dentro del tiempo y el espacio y el Silencio está fuera del tiempo y del espacio es decir: sin dualismo alguno.

Se debe mirar y hablar desde las fuentes de ese Silencio. El verdadero anonimato surge del Silencio: no existe otra humildad. El Silencio no se sitúa en alguna parte: se encuentra cuando el ruido del observador se ha callado.

Cuando se permanece sin pensamiento, se comprende bien al prójimo gracias al lenguaje universal del Silencio. El silencio no cesa de hablar. Es el fluir eterno del lenguaje. Este flujo es interrumpido por la palabra. El intercambio de palabras obstruye este lenguaje mudo: por medio de una resistencia puesta sobre la corriente la electricidad ilumina una lámpara o hace girar un ventilador, pero en el cable eléctrico la electricidad permanece bajo forma de energía. Del mismo modo el Silencio es la corriente eterna del lenguaje que las palabras obstruyen.Se puede comprender en el Silencio o enfrente del Silencio, en un segundo, lo que no se ha podido comprender en el curso de conversaciones: el Silencio es el lenguaje más elevado y más eficaz.

El Silencio es el Océano en el que todos los ríos de todas las religiones se vierten. El Silencio y no la plegaria es la realización más elevada.
En el mundo complicado en que vivimos, tratar de cultivar el Silencio Interior es de gran valor: un verdadero Tesoro, fuente de calma, serenidad y estabilidad indispensables para afrontar los retos de la vida.