No hay que quejarse de la vida.
Sufrimos porque frente al futuro creemos que todo se realiza sin tomar en cuenta nuestros actos cuando la verdad es que el futuro es nuestra obra de hoy: nosotros hacemos el futuro de instante en instante. Sabemos lo que nos ha ocurrido y sufrimos por ello, pero no nos damos cuenta de que eso que nos ha sucedido es el fruto de nuestros actos y no producto del azar ni de la suerte que nos tocó.
Está en el hombre la facultad de hacer el futuro, conducirlo, ejecutarlo, para una vida mejor y de mejores frutos. Cada día nos encontramos frente a una nueva encrucijada de decisiones y un camino, solo uno podemos elegir: ese camino tomado es el eslabón fatal que nos une al futuro; ese camino elegido libremente, es el libre albedrío y de nuestro discernimiento al elegirlo depende nuestro éxito o nuestro fracaso, que se traduce todo en experiencias que, de ser comprendidas, nos harán felices y capaces para lo que se llama triunfar en la vida.
El que despierte al darse cuenta de tamaña realidad, comenzará a vivir desde ese momento una vida clara, responsable y ejemplar: no sufrirá más los sinsabores del destino cruel.
O.T.S.