El texto que sigue proviene de partes de la serie de cinco conferencias que dictó Carl Gustav Jung en el Instituto de Psicología Médica de Londres (Tavistock Clinic) del 30 de septiembre al 4 de octubre de 1.935.
"La psicología es ante todo una ciencia de la consciencia. En segundo lugar es la ciencia de los productos de la psique inconsciente. No tenemos los medios para la exploración directa de la psique inconsciente debido al hecho de que el inconsciente es precisamente inconsciente lo que hace que no podemos comunicar con él. Solo podemos tratar con los productos conscientes de los que suponemos derivan del ámbito de las "representaciones imprecisas" referencia que hace el filósofo Kant en su "Antropología del punto de vista pragmático" como si fuera un semi-mundo.
Cualquier cosa que podamos decir sobre el inconsciente, es nuestro espíritu consciente el que lo dice. La psique inconsciente, que es de naturaleza totalmente desconocida, no puede expresarse sino gracias a la consciencia y su lenguaje. Es imposible hacer de otro modo. Esto es insalvable y lo debemos tener siempre presente como aviso último a nuestro juicio.
La consciencia es una cosa muy particular. Es un fenómeno intermitente. Una quinta parte de nuestra vida, quizá un tercio inclusive la mitad ocurre en el estado de inconsciencia. Cada noche zozobramos en el inconsciente y es solamente por fases, entre vigilia y sueño, que nuestra consciencia es mas o menos clara. En ciertos aspectos, uno puede incluso preguntarse cual es la claridad de esa consciencia. La consciencia puede compararse a la superficie o a la piel de una vasta zona inconsciente cuya extensión sería desconocida. No sabemos hasta donde reina el inconsciente, porque de él no sabemos nada. Cuando decimos "el inconsciente" creemos que por éste término hemos designado algo consistente, en realidad, lo que designamos así no es más que el hecho de no saber de lo que se trata. No tenemos sino las pruebas indirectas de la existencia de una esfera mental subliminal. Algunas razones científicas permiten expresar la conclusión según la cual esta esfera existe. A partir de las producciones de la psique inconsciente es posible para nosotros sacar conclusiones sobre su naturaleza, pero hay que tener cuidado de que esas conclusiones no sean muy antropomórficas ya que podría muy bien ser que la realidad esté lejos de lo que nuestra consciencia pueda concebir.
Si uno compara el mundo físico tal cual es y la manera en que nuestra consciencia lo interpreta, se descubre toda clase de imágenes mentales que estan muy lejos de los hechos objetivos. Por ejemplo, vemos colores y oímos sonidos cuando en realidad son oscilaciones. En verdad haría falta un laboratorio equipado de una manera compleja para hacerse una imágen de este mundo que esté desatada de nuestros sentidos y de nuestra psique. Supongo que es lo mismo con nuestro inconsciente: nos haría falta un laboratorio que, gracias a métodos objetivos, nos permita establecer como las cosas son realmente cuando están en el estado inconsciente. Guardemos entonces estas reservas en nuestro espíritu a todo lo largo de mi exposición cualesquiera sean mis conclusiones o mis afirmaciones sobre el inconsciente. El inconsciente no se presentará jamás de otra manera sino como sí y esto es un límite que no hay que olvidar jamás.
Además el consciente se caracteriza por cierta estrechez; sólo puede tratar simultáneamente un pequeño número de aspectos a la vez, mientras que todo el resto permanece en el inconsciente. Solo obtenemos una especie de continuidad, de comprehensión general o de despertar al mundo consciente, gracias a la sucesión de esos momentos de lucidez. Es imposible aprehender una imágen de la totalidad porque nuestra consciencia es muy estrecha, no podemos percibir sino destellos de la existencia. Es como si observaramos a través de una rendija y solo vieramos un momento particular: de todo el resto que está en la oscuridad en ese momento no percibimos nada. La extensión del inconsciente es gigantesca y sin discontinuidad mientras que la de la consciencia es el campo estrecho de una visión momentánea.
La consciencia proviene esencialmente de nuestra percepción y de la orientación que es la nuestra en el mundo externo. Ella está probablemente localizada en el cerebrum cuyo orígen es ectodérmico y que en nuestros lejanos ancestros debía ser sin duda un órgano de los sentidos de la piel. La consciencia que proviene de esta localización del cerebro ha conservado probablemente de ella las cualidades de sensación y de orientación.
Con asombro, los psicólogos franceses e ingleses de principios de los siglos 17 y 18 han tratado de hacer derivar la consciencia de los sentidos, como si la consciencia consistiese solamente en un dato sensorial. Es lo que expresa la célebre frase Nihil est in intellectu quod non fuerit in sensu. Se observa algo similar en las teorías psicológicas modernas; Freud, por ejemplo, no hace derivar la consciencia de los datos de los sentidos, pero hace derivar el inconsciente del consciente; tenemos aquí una lógica análoga.
Al principio, el concepto de inconsciente designó solamente el estado de contenidos olvidados o reprimidos. En Freud, a pesar de que el inconsciente aparece ya - al menos metafóricamente - como sujeto actuante, en esencia solo es el receptáculo de esos contenidos olvidados y reprimidos, solo tiene valor en función de ellos.
En lo que me concierne, presentaré las cosas de manera inversa: diré que, a todas luces, lo que es primero es el inconsciente y que la consciencia nace de ese estado de inconsciencia. En la pequeña infancia somos inconscientes. Las más importantes funciones instintivas son inconscientes, y la consciencia es en suma producto del inconsciente. Ser consciente implica un esfuerzo muy grande. Uno se cansa de ser consciente, nos agota. Al límite este esfuerzo no es natural.
Lo que es importante en lo que concierne a la consciencia es que nada puede ser consciente que no esté referido al yo. Si algo no esta atado al yo entonces no es consciente. Se puede definir la consciencia como la relación que existe entre los hechos psíquicos y el yo. El yo es complejo, descansa ante todo sobre el hecho de ser consciente de nuestro cuerpo, de nuestra existencia, así como del recuerdo que guardamos de los hechos: tenemos una cierta idea de "haber sido" y una larga serie de recuerdos. Estos dos aspectos forman lo esencial del yo. Se puede decir del yo que es un complejo de datos psíquicos. Tal como un imán, el yo ejerce una potente fuerza de atracción que atrae por una parte los contenidos del inconsciente, ese mundo oscuro del que no sabemos nada, pero también las impresiones que provienen del exterior. Solo cuando los contenidos se asocian al yo se vuelven conscientes sino no lo son.
Por mi parte creo que el yo es una especie de complejo. Es nuestro yo, claro, el mas íntimo y querido complejo, el que más tiernamente amamos. Está constantemente en el corazón de nuestra atención y de nuestros deseos y constituye el centro absolutamente indispensable de la consciencia. Si se disocia como en la esquizofrenia, todo sentido de los valores se desvanece y la reproducción voluntaria de las cosas se vuelve imposible. El centro al dividirse, ciertas partes se atan a un fragmento del yo, mientras que otras se combinan con otros fragmentos del yo. Esta es la razón por la cual se observa en el esquizofrénico cambios rápidos de una personalidad a otra.
La consciencia posee númerosas funciones que le permiten orientarse bien hacia lo que es exopsíquico o a lo que es endopsíquico. Entiendo por exopsique el sistema de relaciones que existe entre los contenidos de la consciencia y los datos que llegan del ambiente que nos rodea. Se trata de un sistema de orientación que nos permite gerenciar los hechos externos percibidos por nuestros sentidos. Del otro lado, entiendo por endopsique el sistema de relaciones que existen entre los contenidos de la consciencia y los procesos del inconsciente que no podemos sino suponer.
Las funciones exopsíquicas son el pensamiento, el sentimiento, la sensación y la intuición; pero ellas no intervienen en nuestra relación con lo que es de alguna manera por debajo del yo. El yo no es más que una parcela, un átomo de consciencia que flota sobre un océano de cosas oscuras. Esas cosas oscuras son las que residen en el interior. Sobre el lado interno se encuentra una capa de acontecimientos psíquicos que forman una especie de franja de consciencia alrededor del yo. Si suponemos una linea vertical que sería el umbral de la consciencia tendremos por un lado una superficie de consciencia que corresponde a la consciencia que tenemos del mundo exopsíquico es decir el mundo regulado por las funciones descritas anteriormente. Pero del otro lado del umbral de la consciencia tenemos el mundo de la sombra. Ahí, el yo es en cierto modo oscuro, no vemos nada en el interior, somos una enigma para nosotros mismos. He aquí porqué descubrimos constantemente cosas nuevas sobre nosotros mismos. Esto nos muestra que existe siempre una parte de nuestra personalidad aún inconsciente y en devenir. No somos seres finitos, estamos en crecimiento y en transformación.
Los contenidos exopsíquicos de la consciencia se originan primero del medio ambiente a través de las informaciones que vienen de los sentidos. Luego esos contenidos provienen igualmente de otras fuentes como la memoria y los procesos de juicio que forman parte de la esfera endopsíquica. Una tercera fuente de esos contenidos conscientes es la esfera oscura de la psique, el inconsciente. Se tiene acceso a ellas gracias a las características de las funciones endopsíquicas, funciones que no estan bajo el control de la voluntad. Son el vehículo por el cual los contenidos inconscientes alcanzan la superficie de la consciencia.
Los procesos inconscientes no son directamente observables, pero las producciones inconscientes que franquean el umbral de la consciencia pueden dividirse en dos categorías. La primera contiene un material que se reconoce por su origen francamente personal: son los contenidos que provienen de adquisiciones individuales o de procesos instintivos que forman el conjunto de la personalidad. Además de los contenidos personales, se encuentran los contenidos olvidados y reprimidos, y los contenidos creadores. En sí no tienen especificidad particular. En ciertas personas pueden ser conscientes. Hay gente que son conscientes de cosas de las que otros no. Llamo esta categoría de contenidos el subconsciente o el inconsciente personal, porque hasta donde se pueda juzgar, está enteramente compuesto por elementos personales que constituyen la personalidad en su conjunto. El inconsciente personal es esa parte de la psique que contiene todos los elementos que podrían también ser conscientes. Nada en esa esfera particular es necesariamente inconsciente para nadie. Algunos de nosotros están efectivamente conscientes de casi todo lo que un hombre puede ser consciente. El inconsciente personal es algo muy relativo, y se puede reducir su círculo hasta volverlo tan estrecho que se vuelva nulo.
Hay luego una categoría de contenidos de orígen decididamente desconocido, o en todo caso cuyo orígen no puede resultar de una adquisición individual. Esos contenidos tienen una particularidad completamente fuera de lo común: es su carácter mitológico. Es como si proviniesen de un modelo que no correspondería a nadie, ni de un espíritu particular sino a la humanidad en general. La primera vez que encontré tales contenidos me pregunté en verdad si no eran a lo mejor debidos a la herencia y si no podían explicarse como una marca étnica. Con la finalidad de aclarar esta interrogante, me fui a los Estados Unidos para estudiar los sueños oníricos de Negros no mestizados. Tuve el placer de constatar que esas imágenes nada tenían que ver con lo que se llama la herencia de la sangre o de la raza, ni con lo que un individuo puede adquirir personalmente. Pertenecen a la humanidad en general y son entonces de una naturaleza colectiva.
Esos motivos colectivos los he llamado arquetipos. Un arquetipo es un typos (una huella) , una agrupación precisa de características arcaicas que contienen bien en la forma como en el fondo motivos mitológicos. En su forma más pura los motivos mitológicos aparecen en los cuentos de hadas, los mitos, las leyendas y el folklore. Ciertos motivos son bien conocidos: las figuras del Héroe, del Salvador, de la Ballena que se traga al Héroe, el descenso en la caverna que expresa el mecanismo psicológico de la introversión de la psique consciente hacia capas más profundas de la psique inconsciente. De esas capas provienen los contenidos de carácter impersonal y es por esto que los llamo el inconsciente colectivo o impersonal.
El simbolismo de esas imágenes y de esas ideas no se enseña ni en los liceos ni en las universidades. En lo que me concierne, lo he estudiado durante años a partir de un material que he debido buscar por mí mismo. Cuando lleguemos a la técnica de análisis de los sueños oníricos, estaré forzado de referirme al material mitológico, lo que os dará una idea de lo que es verdaderamente un trabajo de investigación sobre los paralelos que se pueden establecer frente a las producciones del inconsciente. Por el momento debemos simplemente contentarnos con la afirmación de que existen motivos mitológicos en esta capa del inconsciente, que producen contenidos que no se pueden imputar al individuo y que inclusive pueden ser totalmente en contradicción con la psicología personal del soñador. Por ejemplo, los niños hacen sueños oníricos con símbolos increiblemente profundos que nos hacen reflexionar a tal grado que uno se dice: "¿Pero como es posible que un niño haga tal sueño onírico?". La explicación es sencilla. Nuestro espíritu tiene su historia, así como nuestro cuerpo tiene la suya. Millones de personas no saben que tienen un thymus, y sin embargo tienen uno. Como nuestro cuerpo, nuestro inconsciente es un depósito de reliquias y de recuerdos del pasado. Un estudio de la estructura del inconsciente colectivo revelaría los mismos descubrimientos que los efectuados en anatomía comparada. No se necesita para esto introducir la mística.
Los métodos utilizados en la investigación de contenidos provenientes de procesos psíquicos inconscientes son: el método de asociación de palabras, el de análisis de los sueños oníricos y el de la imaginación activa".
Nota: Estas palabras fueron dichas en 1.935. Posteriormente C.G.Jung precisó mejor algunos de los conceptos expuestos ut-supra, por ejemplo la diferenciación que hará entre las imágenes en forma propia y los arquetipos.