Nosotros mismos y el mundo en que vivimos esta sometido a la Ley. Cada quien se comporta de la forma en que se comporta porque ha aprendido a actuar así. Nuestra conducta y percepción estan limitados por el sistema nervioso, el endocrino y el genético: todo un programa biológico. Así mismo estamos inmersos en un medio ambiente social que tambien influye en la conducta humana.
La psicología moderna ha desnudado mecanismos viejos como el mundo a través de los cuales la conducta puede ser manipulada: tanto las conductas reflejas o involuntarias como las conductas voluntarias: de eso trata el condicionamiento clásico y el condicionamiento operante. En el primer caso asociando estímulos para provocar una respuesta condicionada y en el segundo caso reforzando o inhibiendo conductas a través del suministro de reforzadores: premios y castigos, en términos coloquiales: el palo y la zanahoria. Bajo esta óptica podemos analizar las interacciones humanas, todas ellas.
Indudable que en los centros de poder, en los medios de comunicación, las agencias de planificación, en las relaciones institucionales, familiares y de pareja también se utilizan estas técnicas para controlar abierta o sutilmente, incrementar o inhibir determinadas conductas. Es de gran provecho estudiar estos mecanismos para volvernos menos manipulables. Los premios y los castigos, el placer y el dolor, la alegría y la tristeza son los dos grandes impostores. Si nos empeñamos en querer algo estaremos frente a dos alternativas: lo conseguimos y eso nos procura placer, no lo logramos y sobreviene la frustración. Peor aún si somos adictos a ellos y no me refiero al mundo de las drogas. Por lo tanto no querer nada ni esperar nada es tenerlo todo.
"Ahí en donde hay Amor no hay voluntad de poder. Ahí en donde domina el poder, falta el amor. Uno es la sombra del otro". C.G.Jung