27/6/09

No pretendamos engañar a Dios

La Divina Presencia, cual ojo alerta, permanece vigilante de nuestras acciones, de nuestras intenciones, de nuestros pensamientos. Por lo que es inútil tratar convencer a otros de lo que ya es cosa juzgada en nuestra propia consciencia. Tratar de justificar en sí mismo, es tratar de engañar a Dios mismo.

Lo importante para vivir tranquilos, es que nuestras intenciones sean rectas, porque ellas son la matriz de nuestras acciones y rectoras de nuestros pensamientos. Nuestras intenciones son el trasfondo de nuestra consciencia y ésta determina la evolución del hombre. La consciencia se hace más sensible, cuanto más evolucionado esté el Ser Humano, y más exigente mientras más recto sea.

Desafortunadamente, permanecen vigilantes para juzgar los actos del prójimo, aquellos cuya consciencia esta dormida para juzgar los suyos propios. El juicio que se hace a la acción del prójimo es como tratar de hacer presente el pasado para corregirlo y eso no es posible.

Estamos edificando el futuro momento a momento, como quien construye una larga cadena de eslabones instante por instante: eslabón que se añade, no se puede sustituir por otro, lo que dá la impresión de seguro agarre, de base firme, de Torre que apunta al Cielo.

Hay una filosofía que dice que la historia del hombre está escrita en base de sus errores; pero esa cadena de tortuosos eslabones es el asidero que tiene la humanidad para seguir viviendo, y mirar hacia atrás, como en los cuentos de "Las Mil y Una Noches", es convertirse en piedra. Si vives de frente al futuro, haciendo tu propia vida, sin juzgar ni aún a tí mismo, no estaras tratando de engañar a Dios.

O.T.S.