El Rabino Moshé Miller escribió:
"El mal y la impureza a menudo se denominan en el Zohar como "el otro lado" (en hebreo "sitrá ajará") que significa el lado distinto y opuesto a la santidad. El mal se conoce también como "kelipá" que significa literalmente "caparazón" o "corteza". La kelipá encubre y oculta dentro de ella una chispa de santidad, que es la fuerza vital en virtud de la cual existe la kelipá, en analogía a una fruta rodeada de una cascára. Para liberar la chispa sagrada, la cáscara que la confina debe ser removida. Cuatro niveles envuelven la chispa de santidad: el Zohar distingue entre cuatro "kelipot" tres de las cuales son completamente malvadas. La cuarta llamada "kelipat noga", es el caparazón que actualmente recubre la chispa de santidad, por lo tanto tiene contacto directo con la santidad y no es del todo mala. Las otras tres kelipot rodean y cercan a la "kelipat noga" y, por lo tanto, están más alejadas de la santidad".
En el texto "Torah la Luz de las Leyes" (Torah Or Mishpatim) está escrito:
"La esencia principal de la Kelipá es el sentimiento de yo, ego, la arrogancia de la personalidad. Es decir la fuerte autoconsciencia y el enfoque de lo que quiere y necesita, lo que es bueno para él y lo que es malo para él. Este sentimiento de sí mismo en tanto que ego es debido a la impureza que fue transmitida por la serpiente (en hebreo "najash") en el momento de la falta de Adam y Eva. Esta es la fuente de todas las lujurias y faltas, en tanto que escoge hacer cosas que le hagan sentir bien y evitar hacer cosas que le hagan sentir mal. Sin embargo, antes de la falta, Adam y Eva estaban desnudos, en el sentido de que no sentían consciencia propia de voluntades y deseos personales, y más bien todo su enfoque estaba en Dios. La anulación del yo, del ego (en hebreo "bitul") elimina la interferencia, el enfoque de uno mismo y lo enfoca en los demás. En primer lugar y más importante el foco que está puesto en satisfacer a Dios y no permitir que los deseos propios interfieran con los de Dios".
La caida de Adam y Eva significa el nacimiento de la consciencia del ego, de la separatividad, el exilio, y en consecuencia, el inicio del camino de retorno, la liberación, pero esta vez en forma consciente, a través de la última etapa de la salida de Egipto, es decir la travesía del Mar del fin (Yam Sof) sin que la consciencia del hombre sea disuelta o sea lograr la continuidad de la consciencia con o sin cuerpo físico lo cual es un atributo del Viviente o del Justo (Tzadik) para quien la muerte y el nacimiento tienen un significado muy distinto. Para esto es imprescindible crear, mientras se vive en este mundo con un cuerpo físico, la vestimenta que usará la consciencia del hombre cuando la vestimenta que usa para estar consciente en este mundo retorne a la tierra.
Hayim Vital escribió que hay dos almas, una de ellas es llamada en hebreo "Nefesh Habejamit" o alma animal, que está investida en la sangre dando vida al cuerpo físico, que se origina en el otro lado de la creación, en la kelipá y sitrá ajará, y la otra, llamada en hebreo "Nefesh Elokit" o Alma Divina que es según palabras de Job "la parte o fragmento que me dió Dios de arriba, la herencia del Todopoderoso de las alturas" ver Job Cap.31 ver.2. La caida de Adam y Eva es la desconexión, la fractura entre estas dos almas que hay que cicatrizar, porque solo el Alma Divina otorga inmortalidad, continuidad de la consciencia de Sí Mismo y acceso consciente al Divino Reino en el que presente pasado y futuro son una sola y misma cosa. Cicatrizar la fractura significa "liberar" la Chispa Sagrada, romper conscientemente la cáscara que la envuelve y oculta. Dos "actores" o fuerzas vitales intervienen en éste proceso que en hebreo se llaman "Mashiaj" (Ungido) y Najash (Serpiente). En realidad se trata de los dos polos de una misma fuerza vital porque en hebreo las palabras Mashiaj y Najash tienen ambas el mismo valor numérico que es 358. Estamos hablando de la fuerza vital del Hombre, la que da Vida, el verdadero capital del Hombre, llave que abre todas las puertas, fuerza que puede ser dirigida hacia los polos opuestos que son Mashiaj y Najash: como en una carretera en la que los autos circulan en una u otra dirección, pero no pueden hacerlo en las dos direcciones simultáneamente: hacia el polo Mashiaj, el Ungido, la Realidad o hacia el polo Najash, la Serpiente que es la fuerza de la Ilusión que envuelve y vela la Realidad, que retiene al hombre esclavo, consciente o inconscientemente, en las estrecheces de Mitzrayim (Egipto).
Cuando la fuerza vital es utilizada en forma pura, equilibrada y bien administrada, como lo hace un buen negociante que acrecienta su capital honestamente, se puede fabricar la vestimenta capaz de impedir la disolución de la consciencia cuando el cuerpo físico retorne a la tierra: en este caso, la fuerza vital es dirigida hacia el polo Mashiaj que es la Redención.
Cuando la fuerza vital es utilizada en forma impura, mal administrada o despilfarrada como lo hace un mal negociante que malbarata su capital, que termina quebrado o en banca rota, es imposible la fabricación de la vestimenta capaz de impedir la disolución de la consciencia (cuando el cuerpo físico retorna a la tierra), en este caso la fuerza vital es dirigida hacia el polo Najash la Ilusión: es como navegar en un barco sin timón, sin rumbo, destinado a detruirse y fragmentarse al entrar en contacto con la primera roca.
La fuerza vital es el fundamento (en hebreo Yesod) del hombre, el verdadero capital con el que se puede adquirir el bien más preciado: la inmortalidad, la continuidad de la consciencia con o sin cuerpo físico.